Por Antonio LAS HERAS.

Entre los nacidos en Occidente durante el Siglo XX, Carl Gustav Jung (Suiza, 28-7-1875/ 6-6-1961) es una de las personalidades más fascinantes. Médico psiquiatra, pilar de la psicología moderna, antropólogo, políglota, experto en esoterismo, alquimia y simbología, investigador de la Astrología, convencido del status científico de la Parapsicología, interesado en el fenómeno ovni y autor de poesía.

Una aproximación a las variados y enigmáticos temas humanísticos que interesaron a Carl Gustav Jung la tendremos recordando que “Psicopatología de los llamados fenómenos ocultos” (1899) es el título de su primera obra, escrita como tesis para su doctorado en Medicina. Una investigación sobre una muchacha que hacía de medium en sesiones espiritistas. “Sobre las cosas que se ven en el cielo”, su último libro, publicado un año antes de su muerte. La primera edición castellana fue hecha por Sur, legendario sello propiedad de Victoria Ocampo. Analiza allí aspectos psíquicos que pueden extraerse de los testimonios sobre apariciones de ovnis. “Siete sermones para los muertos” es un libro de poemas, escrito en latín durante su juventud, producto de momentos de intensas irrupciones arquetípicas a su consciencia que le produjeron inusuales estados espirituales.

A 125 años de su nacimiento, la Psicología Compleja, Profunda o de los Arquetipos – como se suele denominar al resultado de su trabajo – muestra un marcado incremento en el interés de los trabajadores en ciencias humanísticas de América y Europa. Argentina no escapa a este fenómeno, coincidiendo con el momento en que se anuncia la publicación de sus obras completas en castellano. Por todo esto parece útil recordar, aquí, algunos de los aspectos distintivos de esta escuela psicológica.

LO INCONSCIENTE COLECTIVO.

Freud produjo la idea de “lo inconsciente” en reemplazo del tradicional “subconsciente” utilizado durante siglos. Aceptar la existencia de una subconsciencia significaba aceptar que ésta tiene una relación de dependencia con lo consciente. La lúcida visión freudiana permitió entender que la cuestión es a la inversa. Ese aspecto profundo del psiquismo – bautizado inconsciente – es lo que establece la conducta humana.

Lo inconsciente, al momento del nacer el individuo, es sólo potencia, esbozo, algo a formar con – principalmente – emociones, sentimientos, sueños, recuerdos, frustraciones, realizaciones, éxitos, tristezas y alegrías.

Las investigaciones de Jung sobre mitología universal y análisis de cientos de sueños, le hicieron proponer la existencia de dos aspectos inconscientes. Lo “inconsciente personal”, bastante similar al inconsciente freudiano y lo “inconsciente colectivo” raíz y esencia del psiquismo. A diferencia del resto de la psique, este aspecto es inconsciente en todo su sentido.

Lo inconsciente colectivo está constituido cual si se tratara de lechos secos de antiguos ríos (las estructuras arquetípicas) que, de vez en vez, reciben agua (los arquetipos). Estas estructuras son el resultado de los momentos emocionales esenciales de la Humanidad. Allí está la arquitectura de los arquetipos que, luego, cada cultura, en todos los tiempos, da a luz: Dios, lo Demoníaco, el Bien, el Mal, el miedo a la oscuridad, el Héroe, el Anciano Sabio, la Diosa, la Doncella y tantos otros. Jung describió algunos arquetipos muy peculiares, como el Animus, aspecto psíquico masculino que, originado en lo inconsciente colectivo, habita en la mujer, y el Anima, aspecto psíquico femenino del varón.

En “Símbolos de Transformación”, uno de sus libros fundamentales, Jung aclara que “… no he descubierto un rasgo hereditario propio de una raza, sino un carácter humano universal. No se trata de representaciones mentales innatas, sino de una disposición funcional a emitir las mismas ideas o ideas muy semejantes. Llamé, posteriormente, arquetipo a semejante disposición”.


EL UNIVERSO ONIRICO.

En Psicología Compleja existe una precisa clasificación que diferencia a los sueños compensatorios de los no compensatorios. El análisis de los sueños, a través del método de la amplificación reviste gran importancia en la búsqueda por desentrañar el psiquismo. Los compensatorios coinciden en su descripción con el psicoanálisis freudiano. En cambio, los no compensatorios incluyen a los arquetípicos, anticipatorios, traumáticos, proféticos y parapsicológicos.

El primer sueño relatado en análisis suele mostrar, habitualmente, una visión del problema en cuestión y un esbozo de la forma en que habrá de resolverse.

Para su análisis la psicología junguiana propone un trabajo activo por parte del soñante, de manera que la interpretación surja de éste. En el mejor de los casos, el analista realizará una tarea de mutua colaboración y reflexión conjunta; pero nunca será quien imponga una idea. Para que esto resulta más viable, Jung recomendaba llevar un cuaderno donde anotar los sueños y que, una vez avanzado en su trabajo analítico, el consultante hiciera él mismo sus interpretaciones que serían profundizadas en la sesión.

“En cuanto me es posible – aclaraba Jung – no interpreto jamás un sueño por sí solo. Por regla general un sueño pertenece a una serie. Lo mismo que en lo consciente reina una continuidad, prescindiendo del hecho de que es periódicamente interrumpida por el sueño, igual hay quizá también una continuidad en los procesos inconsciente incluso más estricta que en los procesos del consciente”.


ORIGEN Y FUNCION DE LAS NEUROSIS .

Jung aceptaba que en los orígenes de la Humanidad, cuando lo animal prevalecía en el hombre, la libido era sexual. Pero, conforme nuestra especie fue diferenciándose más y más de los animales, esa energía fue modificándose hasta la actualidad, por lo que aquella carga instintiva desapareció casi totalmente. De manera tal que la Psicología Compleja denomina “libido” a la energía psíquica en sí misma sin otorgarle correlato alguno con lo sexual.

Explica Jung que “la causa de las neurosis estriba fundamentalmente en una incapacidad para resolver un problema actual, siendo una actitud mental que puede hacerse permanente y agudizarse más y más cada día”.

La psicología junguiana encuentra en las neurosis, además de aspectos negativos, el hecho positivo de que en ellas se pueden encontrar las semillas de nuevas posibilidades de desarrollo personal. Por otro lado, las causas de las neurosis no están únicamente en el impulso sexual o los deseos de poder, sino en el impulso cultural y las necesidades espirituales que adquieren gran importancia en la segunda mitad de la vida. Aquello que provoca las neurosis no deberá buscarse, exclusivamente, en el pasado del individuo sino – particularmente – en su presente; pues es en el ahora donde su libido no está consiguiendo que la persona supere determinados obstáculos que lo llevarían a un nuevo estado de desarrollo que su consciencia anhela.


LOS COMPLEJOS.

El concepto de “complejo”, inmediatamente adoptado por el psicoanálisis y tan popularizado en el habla popular, es un hallazgo junguiano. Complejo se denomina a una manifestación en lo inconsciente personal, cuya raíz se encuentra en lo inconsciente colectivo y que requiere la intervención de un fenómeno de represión para producirse. Expresa Jung que tales complejos “…brotan del inconsciente e invaden la mente consciente de obsesiones e impulsos desconcertantes e inexpugnables… … es un error deplorable considerar la psique humana como algo meramente individual y estudiarla tan solo desde un punto de vista personal. Semejante explicación no puede admitirse sino en lo que respecta a las relaciones y quehaceres cotidianos y ordinarios del individuo”. En sus conferencias, cuando alguien preguntaba sobre los complejos que uno tiene, Jung interrumpía diciendo: “Uno no tiene complejos… los complejos lo tienen a uno”.


EL TRABAJO PSICOTERAPEUTICO.

El análisis junguiano se hace cara a cara con el profesional. Igualmente puede convenirse realizar la sesión caminando por un parque o modificar el tiempo de la misma. Algunas sesiones pueden convertirse en amenos diálogos y otras estar constituidas por actividades vivenciales como la imaginación activa para producir determinadas sensaciones, emociones y sentimientos; todo enriquecedor en la búsqueda por conseguir la “individuación” (que nada tiene que ver con “individualidad”), meta del análisis creado por el sabio suizo. Jung atendía a cada uno de sus consultantes de acuerdo a la situación específica del mismo y su proyecto de vida, partiendo de la base de que no hay dos seres iguales. El trabajo se hacía de manera flexible. Jung entendía que las “técnicas previamente establecidas” (asociación libre, uso del diván, etc.) eran más un obstáculo que una ayuda. Cuando el tratamiento parecía estancarse, Jung daba a su consultante tres posibilidades para, juntos, elegir una: terminar el trabajo analítico, hacer confeccionar una carta natal del analizado o consultar el I Ching (Libro de las Mutaciones). Estas conductas, que le valieron el sobrenombre de “Mago de Zurich”, muestran su tendencia a utilizar, en la indagación del espíritu, todo lo que consideraba apropiado y no solamente lo que la universidad le enseñara, sino igualmente lo aprendido a través de otras maneras de indagar el Universo y conocer sus leyes, como es el esoterismo.

Jung no usaba la expresión “pacientes”, decía – en cambio – “la gente que trabaja conmigo” con clara conciencia que el entrenamiento analítico implica responsabilidad y compromiso de ambas partes.


INDIVIDUACION: META DEL ANALISIS JUNGUIANO.

La “individuación” o integración de los opuestos que conforman la psique es la meta de todo análisis junguiano.

Lograr individuarse es haber conseguido el estado particular de amplificación de la consciencia que permite que todos los aspectos del psiquismo se relacionen armónicamente.

Cada persona tiene derecho a buscar este estado, teniendo en cuenta que la individuación en sí misma es más una búsqueda – uno de cuyos senderos es el psicoanálisis junguiano – que una realización posible. Jung expresaba que, a su juicio, Jesús y Buda habían conseguido esto y que, tal vez, otros sólo obtuvieron su individuación después de la muerte.

La vida humana tiende hacia una finalidad y las neurosis tienen por objeto impedir alcanzarla. Una neurosis obsesiva detiene el curso de la vida ya que la consciencia del individuo apenas le permite algunas consideraciones sobre situaciones futuras. Los síntomas depresivos, en cambio, disuelven toda inquietud por el presente poniendo un acento exacerbado en el pasado. Otra forma de impedir esta natural evolución hacia la concreción del “proyecto trascendente de vida” es cuando casi todo el interés queda puesto en los problemas de la vida cotidiana, no habiendo mirada para adelante. El análisis junguiano es un entrenamiento (término más adecuado que el de “tratamiento”) que tiende a conseguir que el consultante disuelva esos esquemas de conducta que perturban la realización de las acciones necesarias para que los deseos positivos de vida tengan concreción.