Una investigación del Dr. Antonio LAS HERAS

Hemos observado que en el Museo Arqueológico de la ciudad de Humahuaca (provincia de Jujuy, en el noroeste de la república Argentina) varios cráneos humanos con claras deformaciones hechas de manera intencional de habitantes precolombinos que vivieron en esa región.
El hallazgo de estos restos en esas condiciones ha llamado la atención de los arqueólogos y se han propuesto diversas teorías para explicar el por qué de esta práctica entre los antiguos residentes de la zona. Lo primero que debe aclararse es que tales deformaciones llevas a modificar la forma del cráneo pero nunca provocan la variación de su volumen, que permanece siendo siempre el mismo. Esto es, no aumenta la capacidad craneana.
El noroeste argentino fue habitado por los diaguitas, denominados en un principio por algunos autores como “calchaquíes”. Los diaguitas ocupaban valles y quebradas y fue la cultura que logró mayor complejidad y que alcanzó una gran cantidad de población en relación a otros grupos aborígenes. Sin embargo, y a pesar de la gran expansión diaguita que llegó a representar el 75% de la población total del noroeste argentino, en la Quebrada de Humahuaca tenían su asentamiento exclusivamente los omaguacas o humahuacas, que, si bien tuvieron una gran influencia diaguita en sus costumbres, poseían una cultura e idiosincrasia propias.

La principal ocupación de los omaguacas era la agricultura y, en menor medida, la caza. Poseían un sistema de irrigación artificial y andenes de cultivo, y sus principales industrias eran la alfarería, la metalurgia y los tejidos.
Se comunicaban con otras tribus a través del comercio, ya que la Quebrada constituía una vía de comunicación natural muy importante entre las comunidades que rodeaban la zona.
Los omaguacas eran también guerreros, y tenían la costumbre de colgar las cabezas de sus enemigos como señal de trofeo.
Los cráneos deformados hallados en esa zona por los arqueólogos pertenecieron a este grupo aborigen. La deformación hallada es de tipo tabular-oblicuo, que se obtiene mediante la presión de los huesos frontal y occipital realizada con tablas de madera. Esta práctica se comenzaba desde niños, con la finalidad de que el cráneo fuera adquiriendo esta forma particular a medida que iba creciendo el individuo.
No se puede determinar exactamente el motivo de tal deformación, pero existen varias hipótesis. En principio se supone que daban al cráneo un valor muy importante, ya que, como describimos anteriormente, los de los enemigos eran piezas que se exhibían como signo de triunfo. Se sabe que los atacamas también deformaban sus cráneos intencionalmente, y que lo hacían por razones estéticas; pero los omaguacas son un misterio en ese sentido. Es probable que lo hicieran con el mismo objetivo, aunque algunos especialistas se inclinan a pensar que formaba parte de un ritual de alguna manea relacionado con experiencias místicas propias de esa cultura.

También es válida la conjetura de que la deformación craneana se efectuaba para distinguir a cierto sector de la comunidad, como por ejemplo a los guerreros. Aunque no hay conclusiones certeras al respecto.
De lo que se tiene certeza es que este hábito ya era practicado en la región egipcia de Nubia así como en algunas culturas asiáticas hace miles de años por razones rituales, estéticas o religiosas. También en Perú se encontraron restos óseos con las mismas similitudes, lo que también permite pensar en una influencia incaica sobre los omaguacas respecto a esta práctica. Empero no hay nada concluyente.
Cuando Humahuaca fue fundada por Juan Ochoa Zárate en el año 1.594 junto con algunos misioneros, decidieron denominar así al lugar debido a una leyenda aborigen sobre una cabeza parlante que lloraba gritando: “¡Humahuac! ¡Humahuac!”. Esta referencia es importante porque se trata, otra vez, de “una cabeza”, lo que demuestra la relevancia que le daba este pueblo indígena a esta parte del cuerpo humano.

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