Palabras del Prof. Dr Antonio LAS HERAS

Un motivo del homenaje organizado por la Sección Argentina de la Orden Masónica Mixta Internacional “Le Droit Humain” (El Derecho Humano) realizado el 11 de setiembre de 2012, ante la tumba (Cementerio de la Recoleta, Ciudad de Buenos Aires) del Ilustre Iniciado Domingo Faustino Sarmiento quien fuera Gran Maestre de la Orden Masónica de la República Argentina.

Es frecuente, entre quienes no están bien informados, el prejuicio de que la Masonería es una organización formada por ateos quienes conciben a la especie humana desde un enfoque materialista alejada de cualquier idea de trascendencia. Por eso se les hace imposible comprender las conductas sobre religión que tuvo Domingo Faustino Sarmiento sabiendo que fue éste un destacado Maestro Masón que alcanzó las máximas jerarquías posibles en dicha Orden. Por ejemplo cómo fue posible que Sarmiento, mientras era Director de Escuelas de la Provincia de Buenos Aires, se ocupara de que en las aulas se enseñara religión. El Gran Sanjuanino siempre explicó esta conducta expresando que no había hecho otra cosa que cumplir la ley. Lo que es cierto. Como también lo es el hecho de que él estaba convencido de la existencia de una vida más allá de la muerte y tenía clara consciencia que esto no sólo no era contrario a las ideas masónicas sino que, en verdad, estaba en consonancia con ellas.

Sarmiento ingresó a la Masonería Universal – mientras se encontraba exiliado – a través de la Logia Unión Fraternal que trabajaba en la ciudad chilena de Valparaíso, a mediados de 1854. De regreso a la Argentina es cofundador, en Buenos Aires, de la Logia Unión del Plata que formará parte del Gran Oriente Para la República Argentina.

En un boletín publicado en su momento por el Supremo Consejo Para el Grado 33º de la República Argentina se encuentra el discurso (12 de mayo de 1882) ofrecido por Sarmiento al asumir como Gran Maestre de la Orden acompañado – como Pro Gran Maestre – de Leandro N. Alem. Allí queda bien en evidencia la condición de creyente del Gran Sanjuanino así como la exigencia que se establecía para ingresar a la Masonería en aceptar que el humano es poseedor de esa “chispa divina” que es su alma inmortal originada en un Principio Creador que, por lo usual, se denominada Dios en el mundo profano y que los masones – desde hace siglos – conocen como Gran Arquitecto del Universo.

 

Expresa Sarmiento: “Nuestra Orden, para llenar su misión de paz, no impuso una creencia especial, ni exigió a sus aprendices que al pisar la puerta del templo, abjurasen de la religión de sus padres. Se nos ha inculpado de que no tenemos religión, que somos deístas cuando más. Es no conocer los santos propósitos de unión entre los hombres. La hermandad Humana, de que formamos parte, a fin de unir a sus miembros en la caridad y el amor, no les pregunta sino si creen en un Grande Arquitecto del Universo y en la alma inmortal, porque estos son los puntos en que todas las religiones están de acuerdo”.

“El objeto de la Masonería es promover en la sociedad la tolerancia recíproca en materia religiosa, y oponerse sin violencia, sin trastornos al predominio y poder que quiera una creencia ejercer sobre otras, a fin de que todos vivamos en paz.”

Estos dichos del Ilustre Sanjuanino, sobre todo cuando aclara qué es lo único que se pregunta y, por ello, exige como requisito para ingresar a la Masonería, puede sorprender a algunos. Para discernir el asunto transcribimos un párrafo de la “Constitución para la Orden Masónica en la República Argentina” – a la que todo incorporado a la institución debía jurar obediencia – que en su primer artículo afirma que los principios de la Orden son “la existencia de Dios, la inmortalidad del alma y la solidaridad humana.” A partir de esta frase toda duda queda despejada sobre de qué estaban convencidos tanto Sarmiento como todos quienes integraron esta hermandad en aquellos días.

A mayor precisión sobre la importancia que aquellos masones daban a la espiritualidad, en el encabezado del acta fundacional del Supremo Consejo y Gran Oriente para la República Argentina (1857) dice: “En nombre de Dios y la Santísima Trinidad.” A confesión de parte…